miércoles, 6 de julio de 2011

...hielo



Empieza a nevar. Pequeñas partículas de agua flotan en el aire, revoloteando alrededor de mi barca hasta depositarse en su madera tiñéndola de blanco.
Hace frio.., frio que viene acompañado de un viento que empuja mi barca, hacia fragmentos de un puzle helado que viajan a la deriva. Escoltan mi barca a su paso haciendo su transcurrir más lento y complejo.

El frio helado pone a prueba todos mis sentidos. Sus caricias parecen envueltas en cloroformo, intentando someterme a un profundo sueño. Un sueño sin dolor, apacible.., como la brisa fría la cual cimbrea mi llama, lentamente…

Las aguas crean un laberinto trasladando piezas de hielo de un lado a otro. Cambiando sus formas constantemente intentando desorientarme, intentando perderme en él. En ese espacio blanco de la nada…
A mi paso, los bloques se cierran tras de mi fusionándose unos con otros. Intentando borrar las huellas de una nave que se abre paso lentamente, mientras desaparece su estela bajo un desierto que hielo que se extiende tras de mí.

El llanto de mi nave se vuelve estremecedor. Abriendo con su casco nuevos senderos de navegación mientras agoniza con el crujir de su madera.
Los glaciares se convierten en espectadores a nuestro paso mientras que el frio no cesa de silbar en mis oídos, haciéndose presente su aliento…
El navegar cada vez es más lento. El mar se sume en un estrecho rio de agua salada que desaparece a nuestro paso.

Erguido, con su espalda desnuda apenas cubierta por una piel de lobo aparece ante mí. Contempla el ir y venir de los bloques de hielo, observa minuciosamente sus movimientos, atento.
Su barba llena de escarcha se muestra impasible al juego del viento, mientras que en su mano derecha sostiene su martillo, aquel con el que forja su acero. 
Con él me señala el timón, lo mantengo firme aunque mis manos enrojecidas están fusionadas a él.
El frio cristaliza mis lagrimas acallando mi temor, rezo por dentro para no quedarme dormido, no quiero fallarle a mi Dios, no puedo fallarle a los míos.., nuestros sueños..,
nuestras islas.., cada vez me pesan más los ojos.., ya apenas noto el frio…

Un estruendo me despierta súbitamente. 
Contemplo a mi Dios arremetiendo su martillo con furia contra los bloques de hielo que se interponen en nuestro camino. Intenta abrir paso con su mazo. Descarga su ira fragmentado en pedazos las placas de hielo que cierran nuestro camino. Grita a los Dioses enfurecido, les insulta, les maldice, y arremete contra el hielo, una y otra vez... Pero los fragmentos ya no se dispersan, sino que se acumulan delante nuestro.
Solo es cuestión de tiempo. Quedaremos encallados en un desierto de silencio y hielo.

Atrapados en el hielo, ante nuestros ojos se forma una ventisca de nieve. El enojo de los Dioses prende vida a través de una ola gigante de nieve que viene en busca nuestra, acercándose a gran velocidad con la intención de devorar nuestra nave y sepultar nuestros cuerpos bajo su lengua.
Inmediatamente mi Dios se replega viniendo hacia a mí a toda prisa, se abalanza sobre la vela recogida, y desplegándola con toda su fuerza, la extiende sobre la nave cubriéndola toda ella a modo de tienda.
El aliento de nieve de echa sobre nosotros sepultándonos en nuestra nave. Bajo su manto blanco, el viento silba acallando nuestras voces.




El silencio se rompe con la voz profunda de mi Dios.

-Isaac…

Despierto en mi nave bajo un toldo blanco. Ante mí se posa mi Dios.

 -Isaac.. despierta… 
entre nosotros se halla un fuego de desprende calor, aunque este no arde con nada. Extrañado miro a mi Dios…

-Es tu llama Isaac. Te mantiene vivo, te da calor, por eso no necesita maderas con que prender… aun queda camino por recorrer…


*(si has entrado por primera vez y deseas saber la historia de Isaac, empieza por el primer fragmento "La primera piedra" y ves leyendo hasta este ultimo.)


*Foto:"Estrecho de Fram" Jonkepa.

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