Diviso a lo lejos una espesa línea de color negro que se
extiende delante de mí.
Avanza a gran velocidad hacia mi barca precedida de un
viento intenso que abofetea la vela a su paso.
Aguardo la tormenta que viene en mi busca.
Mientras observo cómo crece ante mí un escalofrió recorre mi
piel…
Ruge en la lejanía haciendo temblar las olas, su rumor se
convierte en un temor que se extiende por mi cuerpo exaltando mi respiración.
Mi corazón se acelera a medida que avanzamos hacia ella
mientras mi nave empieza a escalar sus olas lentamente…
El miedo sella mis labios al contemplar el resplandor de los
truenos en el negro cielo mientras espero oír de su rugido nuevamente…
El temblor de las aguas acentúa sus rugidos recorriendo en
el viento su distancia entre silbidos hasta llegar a mis oídos.
Hipnotizado de sus dimensiones despierto con el miedo de sus
truenos. Recojo la vela a toda prisa, amarro los enseres y preparo mi barca
para lo peor.
Pequeñas gotas de agua empiezan a descender de la oscuridad
que envuelve mi nave convirtiéndose en finas agujas de lluvia que llegan con el
viento formando una cortina de agua que va de un lado a otro sin sentido alguno
oyendo la furia de un coloso que avanza a mi encuentro con pasos agigantados
buscando mi nave en el temblor de las aguas.
La proximidad del titán alimenta la furia de sus gotas de
agua que se tornan duras y blancas rebotando por toda mi barca, el granizo
golpea en mi cara echando la vista atrás. No hay nadie, estoy solo…
Sin posibilidad de escapar a mi destino, tengo miedo a
enfrentarme a él.
Sé que hoy soy el púgil.
De pie ante el timón contemplo sus pasos, lo estudio, me
mentalizo, me preparo, en mi silencio, un silencio pequeño que crece poco a
poco enmudeciendo los silbidos del viento, engullendo en él sus palabras de
desaliento. El crecer de sus olas, el estruendo de su furia, el golpeo de sus
rayos en mi busca, el deseo de engullir esta barca en lo más profundo de sus
aguas acrecienta mi rabia, alimenta mi Dios.
Extiendo una cuerda que paso por mi cintura, recorro con mis
manos su longitud que abraza mi cuerpo aprisionándome a ella, uniéndome al timón
de mi barca como el cordón umbilical que necesito de ella, porque es todo lo
que tengo, porque es todo lo que soy.
Y sin perder de vista mi rumbo me agarro con fuerza al timón
y acelero mi nave en busca de mi destino.
El impacto de las olas estremece mi nave con el crujido de
su madera, el golpeo de sus aguas ponen a prueba la resistencia de sus maderas,
la calidad de un púgil que se mueve entre sus aguas de un lado para otro sin
perder de vista a su rival.
Las embestidas de sus aguas enfurecidas hacen ladear mi nave
violentamente corrigiendo con el timón su dirección, escalo sus montañas hasta
la cima, hasta descubrir un valle de furia en un mar ennegrecido despertado por
rayos que iluminan su trayectoria buscando la profundidad de un suelo perdido
en la oscuridad.
El estremecer del trueno sacude mi barca como un temblor de
tierra haciendo desaparecer el suelo que existía bajo ella, cayendo
precipitadamente en un vacio oscuro hasta topar con la pendiente vertical de
sus aguas, descendiendo a gran velocidad sobre ellas hacia la oscuridad de un
fondo que no alcanzo a ver.
A medida que caigo crece el murmullo del agua revolviéndose
en el fondo esperando la llegada de mi nave, haciéndose eterno su descenso,
este se eleva súbitamente a mi encuentro impactando contra mi casco.
La furia del golpe arranca el mástil de la vela haciéndome
perder el control de mi nave, girando locamente sobre si entre la espuma que se
cuela por la cubierta recorriendo su madera hasta saltar sobre mí con toda su
fuerza, empujándome con furia para separarme de ella.
Intentando echar por la borda todo lo que encuentra a su
paso, arrastrando todo aquello que tenga valor para mí. Desnudando tu barca
para que no seas nadie.
Aprieto los dientes encarando de nuevo el timón hacia la ola
que crece ante mí, elevándome de nuevo hasta la cima de una nueva ola, hasta
llegar a lo más alto de ella, hasta alcanzar ponerme a la altura de ese titán
enfurecido que contempla mi barca posada en sus manos, para luego rugir todo un
aliento de furia en mi cara mientras resplandece su odio en el cielo
ennegrecido, apagando su luz para devolverme a un nuevo abismo de oscuridad que
se extiende bajo mi nave.
Caigo a gran velocidad hacia una oscuridad sorda de rugidos,
hacia la boca que desea engullir mi nave.
Cabalgo sobre su larga lengua vertical hasta su estomago de
espuma blanca, el descenso se hace mas vertical hasta elevarme de mi barca por
la gravedad, separándome poco a poco de ella.
Me agarro al timón con fuerza pero solo mis brazos me unen a
él mientras floto en el aire arrastrado por mi barca. Voy detrás de ella hacia
algún lugar oculto en la profundidad.
Un muro de agua emerge de la oscuridad subiendo a gran
velocidad hacia mi barca, nos vamos a estrellar!!!
Grito liberando todo mi miedo.
Un estruendo ensordecedor enmudece mi cuerpo.
Un vacio de serenidad flota en mi alma.., ligera..,
desciende plácidamente.., no se hoye nada a mi alrededor…
Mis músculos se relajan lentamente mientras desciendo poco a
poco…
Un sueño profundo penetra sigilosamente en busca de mi
llama…
Quiere acariciarla con sus manos heladas de agua…
Oigo un tintineo en la lejanía… un golpeo muy lejano… apenas
perceptible…
Una imagen borrosa asoma por mi mente…
Apenas la veo nítidamente..., es una hoja de acero brillante..,
en ella veo el reflejo de mi rostro
flotando en la nada…
Lentamente veo como se gira la hoja ante mí…
Apaciblemente se muestra ante mí pero no muestra mi rostro
en su reflejo…
En su espejo veo a mi abuelo.., veo a mis padres.., veo a mi
familia… veo como todos se alejan poco a poco de mi…
Lentamente esa espada de aleja dejándome ver el hombre que
la sostiene…
Ese hombre que trabaja el metal golpeando constantemente con
su martillo…
Se aleja de mí acercándose a ese horno que tiene detrás de
sí…
Me muestra por última vez la espada girando su hoja ante mí
para volver a ver mi rostro en ella… y girando sobre si la introduce en las
llamas prendiendo la rabia de su acero, explotando mi corazón en convulsiones,
despierto en un lugar oscuro atado a mi barca, desdiciendo paulatinamente
detrás de ella, mientras las burbujas siguen el camino inverso, nado hasta la
punta del casco agarrándome a ella la empujo con todas mis fuerzas hacia
arriba, expulsando todo el aire que me queda giro el casco de mi nave
invirtiendo su posición hacia la dirección de las burbujas, hacia la
superficie, hacia la lucha.
El peso de mi barca es desproporcionado a mis fuerzas, mis
brazos tiran de ella, mis piernas sacuden con todas mis fuerzas
Lentamente empezamos a subir haciéndose interminable su
ascenso, veo los barriles revolotear encima nuestro, ya queda menos, vamoooos!
El grito de desesperación ahoga mis pulmones de agua
nublando mi vista.
Asciende lentamente el casco de una nave vertical que
arrastra con ella un cuerpo inerte atado a una cuerda, mientras las burbujas
acompañan su camino en silencio.
Emerge una nave vertical desprendiéndose de la telaraña de
agua con toda su furia, haciendo resurgir la ira de la tempestad en mis oídos.
Vomito el agua de mis pulmones cogiendo aire desproporcionadamente
entre la espuma del mar al igual que un pez buscando oxigeno fuera del agua.
Abro los ojos volviendo a la realidad, agarrando el timón de
nuevo expulso un grito de rabia, despertando a mi Dios! El Dios de la Guerra!
Dirijo mi nave hacia la ola que crece ante mí, la escalo con
más rabia que nunca, absorbo la furia de la ola que alimenta mi rabia y a
medida que subo soy más fuerte, soy más grande, soy más insolente, hasta llegar
a la cumbre, hasta estar a la altura de los Dioses! Grito con toda mi rabia
quien soy, la locura de la lucha prende mi llama hierve mi sangre bombeando
adrenalina pura por mis venas, ahora soy yo quien corta el agua, quien divide
en dos la ola con la estela de mi barca, convirtiendo mi nave en una espada que
secciona el agua a gran velocidad
Oigo el quejido del mar pero no hay tregua no hay piedad,
desciendo verticalmente aferrado al timón preparado para clavar mi espada en su
corazón, voy directamente al muro de agua que me aguarda, impacto con toda mi
furia abriendo una herida en su piel, hundiéndome en su sangre de turbulenta
espuma, aguanto la respiración esperando que mi nave invierta su dirección
siguiendo el camino de las burbujas que ha dejado a su paso, subimos mas
deprisa que nunca como si fuera un corcho buscando su aire, mi sangre bulle de
rabia en la profundidad helada, subimos hacia la claridad difusa que se
extiende por encima nuestro, arrastro mi nave con migo, no renuncio a nada,
lucho por mi destino.
Renace la espada de mi nave verticalmente señalando con su
filo a los dioses, impulsada hacia el cielo se desprende de la espuma del mar
que intenta retenerla volviendo de nuevo a seccionar las olas, mi grito de aire
enmudece el trueno que es ahora el dolor del mar, mi rabia es ahora mi oxigeno.
Ya no es David contra Goliat sino Titán contra Titán, la
rabia y la locura se mezclan con la arrogancia y la irreverencia hacia este
gigante que intenta hundir mi nave.
Los minutos se vuelven horas, es un pulso interminable, una
y otra vez lucho con mi espada a la espuma del mar grito envuelto en la locura
haciendo enmudecer al trueno, buscando en el cielo el asomo de los rayos que ya
no llegan hasta el mar sino que poco a poco se alejan con el viento,
el cielo sigue negro igual que el mar en que navego pero las
olas parecen calmarse lentamente, estoy extasiado siento un dolor intenso en
todo mi cuerpo pero sobretodo en mis brazos y manos las cuales se han
convertido en raíces del timón, no las puedo abrir están completamente selladas
a él.
Mi corazón aun sigue bombeando a mil y mi respiración es
entrecortada y se me nubla la vista, creo que he perdido el sentido debido a la
fatiga, el mar y el cielo siguen siendo de un color negro pero ahora se oyen
truenos a lo lejos, detrás de mi y el oleaje disminuye poco a poco.
Vuelvo a abrir los ojos como de un despertar somnoliento me
pesan los párpados increíblemente, contemplo mi barca destrozada desgarrada por
el mar navega con dificultad, escucho el
quebrar de su madera al paso de las olas siento su quejido su dolor, ambos
hemos perdido lo poco que teníamos, las velas, parte de la cubierta enseres de pesca, agua potable, navegamos
desnudos pero me siento orgulloso de ella, no navegamos sino que flotamos de un
lado a otro, al fondo contemplo una
silueta borrosa que esta de espaldas a mi observando el horizonte, se me caen
los párpados.
Al abrir los ojos de nuevo veo que viene hacia mi un gigante
de aspecto salvaje ataviado con un casco vikingo y un enorme martillo en su
mano derecha, deteniéndose a mi lado eleva su enorme martillo al cielo y me
señala un rayo de luz dorada que aparece delante nuestro filtrándose entre el
manto de nubes negras, cobrando vida el azul del mar y dando paso a una
infinidad de rayos de luz dorada.
A medida que nos vamos acercando mi Dios desaparece
difuminándose con la claridad que llega de la luz volviendo de nuevo a mí ser,
volviendo de nuevo a su reposo esperando la llegada de mis islas nuestras islas
para sentarse en el trono que le corresponde. En lo alto junto a los Dioses.
Mi barca escala la ola señalando su dirección, movida por
una suave brisa que sopla a mi espalda mientras que el mar va recobrando su
color, se que es la luz dorada de mi faro, la luz de mi destino, las islas
llenas de tesoros, nuestras islas.
Lo sé.
Acuden a mis oídos las palabras de mi abuelo.
... tienes que saber que estas tierras no las puede
encontrar cualquiera, solo aquel que crea firmemente en ellas, en sus sueños,
aquel que nunca se dé por vencido...
* Foto: (Cinthia) La tormenta perfecta. Autor: Álex Cámara.