lunes, 25 de junio de 2012

Le recuerdo como si fuera ayer



Allí donde el sol se muestra con toda su fuerza convirtiendo el mar en olas de arena.
Viaja con el viento acariciando sus dunas mientras deja tras de sí las huellas de un peregrino que sigue el curso de su camino.
Camina hacia la playa guiado por el sol, allí donde acaba su océano y empieza el mar, el mar que hace a los hombres soñar. Mi mar.

En sus sueños vio a un marinero en medio de un gran océano, navegando siguiendo los destellos de un sueño, de unas islas que le hablo su abuelo.

Preparo te mientras aguardaba su espera, el marinero del cual debía velar por él. Y como si fuera su hermano pequeño me ofreció todo aquello que necesitaba para que pudiera seguir adelante.

Me escuchaba cuando necesitaba hablar. Me dio de comer cuando tenía hambre y me enseño a hablar aquella lengua tan extraña que a veces me era difícil de entender.
Nunca me vio llorar, pero sabía que era duro navegar solo por este mar. Y entonces sin decir nada añadía mas comida, fruta y todo aquello que tenía a su alcance. Pero sobretodo sus palabras de ánimo y su sonrisa.

Según él el destino estaba escrito por eso aguardaba mi llegada.

Después de mi partida desapareció de aquellas tierras sin nadie saber nada, del mismo modo que llego a ellas antes de mi llegada. Como si tuviera que estar ahí a mi llegada y durante mi estancia cuidando de mí.

Nadie supo donde se fue.

Aprendí de la hospitalidad que ofrece su cultura, la generosidad de cuando se está fuera de casa y apenas tienes nada. Es aquí donde ves la grandiosidad de un hombre. Es aquí donde un pequeño gesto puede significar toda una vida. 

Sigue a tu corazón y encontraras el amor, sigue a tu alma y encontraras tu destino.

Cuando bebas agua, recuerda la fuente.


Maktub, el destino está escrito.



*Ilustración: Desconocido.

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