Allí
donde el sol se muestra con toda su fuerza convirtiendo el mar en olas de
arena.
Viaja
con el viento acariciando sus dunas mientras deja tras de sí las huellas de un
peregrino que sigue el curso de su camino.
Camina
hacia la playa guiado por el sol, allí donde acaba su océano y empieza el mar,
el mar que hace a los hombres soñar. Mi mar.
En
sus sueños vio a un marinero en medio de un gran océano, navegando siguiendo
los destellos de un sueño, de unas islas que le hablo su abuelo.
Preparo
te mientras aguardaba su espera, el marinero del cual debía velar por él. Y como
si fuera su hermano pequeño me ofreció todo aquello que necesitaba para que pudiera
seguir adelante.
Me
escuchaba cuando necesitaba hablar. Me dio de comer cuando tenía hambre y me
enseño a hablar aquella lengua tan extraña que a veces me era difícil de
entender.
Nunca
me vio llorar, pero sabía que era duro navegar solo por este mar. Y entonces
sin decir nada añadía mas comida, fruta y todo aquello que tenía a su alcance. Pero
sobretodo sus palabras de ánimo y su sonrisa.
Según
él el destino estaba escrito por eso aguardaba mi llegada.
Después
de mi partida desapareció de aquellas tierras sin nadie saber nada, del mismo
modo que llego a ellas antes de mi llegada. Como si tuviera que estar ahí a mi
llegada y durante mi estancia cuidando de mí.
Nadie
supo donde se fue.
Aprendí
de la hospitalidad que ofrece su cultura, la generosidad de cuando se está
fuera de casa y apenas tienes nada. Es aquí donde ves la grandiosidad de un
hombre. Es aquí donde un pequeño gesto puede significar toda una vida.
Sigue
a tu corazón y encontraras el amor, sigue a tu alma y encontraras tu destino.
Cuando
bebas agua, recuerda la fuente.
Maktub,
el destino está escrito.
*Ilustración: Desconocido.
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