Amanece de nuevo postrado ante mí con su martillo en la mano, erguido muestra
el camino, señala con su mano la dirección de los primeros rayos de luz, dando
la cara al viento. Hoy lucharemos de nuevo. Así una y otra vez y tantas como
hagan falta. Caeré y me levantare de nuevo.
No espero un mar de calma, ni tampoco el viento que me
acompaña. Espero la hostilidad del mar que alimenta mi rabia. Espero el aliento
del viento golpeando mi barca. Espero el estruendo del trueno rompiendo en el
eco y poder responder con mi grito del alma.
Hoy luchare de nuevo porque todo tiene un sentido. Porque
mis sueños lo valen. Porque tengo una promesa que cumplir.
No cuentes con mi rendición, ni tampoco mis lagrimas. Ni
mucho menos mi compasión, no voy a pedir clemencia porque te seguiré mirando a
los ojos hasta mi último suspiro, hasta mi último aliento.
No voy a mirar atrás para ver el camino recorrido, no me
basta, no me vale, no es suficiente. Prefiero mirar el que me queda por
delante, el de los rayos de sol que doran el mar mas allá de la tempestad.
Detrás de mí hay lo que he aprendido, en otras luchas, en
otros sitios, en otros momentos. Y es por ello que hoy estoy aquí. De nuevo
ante ti.
Esto es todo lo que tengo, mis sueños, mi nave y mi Dios.
Pero también es todo lo que soy. Quizás sea uno más, uno de tantos otros. Pero
yo no tengo respuesta a esa pregunta.
Siento el latir de mi corazón cuando la sangre cabalga
con el miedo por mis venas, empujándome su bombeo hacia delante. Siento el
compás acelerando su ritmo a medida que se acelera mi barca. Siento la tensión
en mis músculos cuando van creciendo las olas.
Siento la adrenalina fluir por mi cuerpo
Hoy vamos a forjar mi destino, nuestros sueños. Golpe a
golpe.
*Ilustración: Desconocido.
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