porque aun tengo oxigeno, porque me muevo, porque aun estoy de pie en el cuadrilátero, porque siento los golpes mientras el rival me observa, me estudia.
Se acerca poco a poco, cuenta mis pasos hacia un lado y hacia otro, mentaliza mi vaivén, mi guardia, la posición de mis puños. Cuenta una y otra vez hasta que le repito los mismos movimientos. Lanza su ataque, justo cuando empiezo a moverme de nuevo.
Me impacta, me cubro con mis puños, aguanto su martilleo, golpea mientras el público corea su nombre, mientras alimentan su ego de esperanza, de gloria.
Sigo cubriéndome mientras oigo los comentarios del público.
Me alimento de los silbidos, del odio, del entorno que quieren que caiga, que desista. Alimentan la rabia de mi ego, el despertar de la guerra. La canalizo, la proyecto y golpeo con fuerza, devuelvo cada silbido, cada grito, cada insulto, cada palabra en mi contra, golpeo de nuevo, hablando con mis puños, con mi clase, con mis movimientos, con mi boxeo, me reafirmo y golpeo, sin descanso, con más rabia, con más ímpetu, con más ganas de seguir luchando, y boxeo.
Boxeo hasta hacer temblar sus cimientos, sus creencias, sus palabras, sus deseos, sus piernas…
Pienso en mi abuelo, el estilo, la clase, la forma, la elegancia, el ritmo… estoy aun más fresco.
Me muevo de un lado a otro, muevo la cabeza de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, mientras me desplazo sin parar, cogiendo ritmo, oxigenando, escuchando el tic tac de mi corazón que me hace bailar sobre el cuadrilátero. Sobre mis sueños. Sobre nuestros sueños. Boxeo.
Y golpeo de nuevo, una y otra vez.
Noto su debilidad, noto sus movimientos más lentos, sus golpes menos precisos, retrocede, aumento mi ritmo, sigo golpeando, disparo balas en forma de puños, me muevo, oxigéno, boxeo y me reafirmo. En mis convicciones, en mis pensamientos, en mis sueños, en mis ideales, en mi familia, en los míos, en los que creen en mi. Boxeo.
Esquivo, me balanceo, y vuelvo de nuevo. La rabia vuela con mis puños, la adrenalina fluye por mis venas salvajemente, golpeo cada vez mas rápido, sin espacios, oxigéno en el vaivén de mis puños, martilleo.
Aumento aun mas mi ritmo, me crezco, aumento mi fuerza en el golpe, me muevo más rápido, soy más ágil, soy más veloz, no siento agotamiento, solo veo mis puños proyectándose con más velocidad, aumentando el ritmo, aumentando mi fuerza de luchar, de seguir hacia delante, abro un hueco y arremeto con mi puño cargado de ira.
Cae de rodillas desplomándose ante mí, noqueado por KO.
Se hace el silencio y en cambio sigo bailando, moviéndome, oxigenando, del mismo modo, de la misma forma, pero con más experiencia.
El silencio del público se vuelve admiración, respeto, ilusión
Un público que nunca creyó en nosotros, pero que ahora empiezan a apostar por nosotros.
Pero yo sigo boxeando, del mismo modo, de la misma forma, con los mismos principios, con el mismo respeto…
*(si has entrado por primera vez y deseas conocer la historia de Isaac, empieza por el primer fragmento "La primera piedra" y ves leyendo hasta llegar a este ultimo).
*Foto: Rubin "Hurrican" Carter
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