martes, 28 de junio de 2011

...el sueño de un marinero





 Isaac contaba con la edad de seis años cuando ya empezaba a soñar con su barco. Con un océano inmenso lleno de riquezas que le aguardaban en sus viajes por las noches.., él no era marinero, pero si un gran soñador.
Nació tierras adentro, en una pequeña aldea desconocida por la gente. Rubio, de ojos marrones y facciones de una niña de porcelana era el rey de la casa.
Vivió su infancia alejado del mar, entre vacas, cerdos y demás animales de granja donde era feliz. 
La vida hizo que marchara de aquellos montes con sus padres a la aventura que suponía la gran ciudad, a la otra punta de un país que empezaba a crecer y mirar hacia un futuro.
Allí, en la cuidad, se educo en uno de los mejores colegios como uno mas. No destacaba pero era muy despierto y risueño.
Aprendió a leer, escribir, y pensar como la gente de allí. Con las ideas de esa región, y con el tiempo se entrego a ella.
 Algunos veranos solía volver a aquella aldea olvidada donde veía la evolución del tiempo en los rostros de aquellos que le criaron de pequeño.
Contemplaba las arrugas, que con el paso del tiempo erosionaban la cara de sus seres mas queridos.
De cada uno de ellos admiraba alguna cosa que para el les hacia especiales. Una de ellas era la clase que demostraba su abuelo, no es que fuera vestido elegante pero no le hacia falta tampoco.
La fortaleza y el espíritu de vida que demostraba su bisabuelo, forjado por las peleas que solía organizar de joven, cuyo recuerdo le marco una navaja en la pierna izquierda dejándolo medio cojo de por vida, pero nunca mostró debilidad alguna hacia nadie.
De su tío, el que mas admiraba por su inteligencia y astucia, que nunca llego a conocer a nadie con esa capacidad hacia la gente y su entorno.
Su abuela solía ser muy risueña, y a pesar de sus años parecía vivir todavía la infancia dentro de si. Era como una niña en el cuerpo de una anciana. 
En esos momentos Isaac volvía a sus raíces olvidadas de año en año y disfrutaba de ellas. Se sentía orgulloso de tener esa gente tan privilegiada para él como su familia, y entonces se crecía. 
Sentía surgir dentro de el las cualidades de todos ellos, y esto le daba fuerzas e ímpetu el saber que en sus venas corría la sangre de cada uno de ellos. Entonces se miraba en el espejo reafirmando sus sentimientos mientras se observaba en él. Allí veía el pelo de su padre y su abuela, rizado, castaño, al igual que sus ojos. Profundos llenos de expresiones palabras y sueños. 
No le hacían falta palabras tan solo con la mirada era capaz de expresar lo que cien paginas un libro. Sus labios iguales que los de su padre y el físico que siempre creyó haber heredado de sus bisabuelo, le hacían un atractivo e inteligente muchacho capaz de satisfacer los sueños de cualquier joven fémina. Noble y con un temperamento fuerte, demostraba la rabia insolente de la juventud, se creía capaz de todo, entonces empezó a creer mas firmemente en sus sueños. 
Descubrió que había mucha gente que carecía de ellos, y esto le hacia sentirse privilegiado por encima de otros como él, descubrió el mar y entonces soñó.
Pero su mar, el mar real no era como el que él soñaba, no es que fuera diferente, pero los peligros no eran un sueño sino reales.
Como en todos los mares había calma, tempestades, naufragios y resurgimientos... y a veces... soledad, pero siempre al anochecer, aparecía su estrella que lo acompañaba desde pequeñito y velaba por él y la tranquilidad de su mar.
Su padre, un hombre de ideas y creencias firmes solía ser muy estricto con él. 
Pero a veces aunque él no quisiera, demostraba que tenia un corazón tan tierno o mas que Isaac.
Siempre le mostraba la crudeza del mar y le hablaba de los peligros de este como lobo de mar que era. 
Mostraba sus manos llenas de cortes y durezas rojas del agua helada, fuertes. 
Con ellas intentaba enseñarle la crueldad del mar y que a él también soñador no lo había tratado mejor que ha otros.
Era un hombre que sufría la furia del mar por dentro, intentando como todo buen capitán difuminar la preocupación y transmitir a su tripulación calma y serenidad en los momentos mas difíciles, aunque no siempre se conseguía. 
A veces el agotamiento de la lucha diaria se reflejaba en su rostro.., nunca quiso compartir aquella soledad que le comía por dentro, que sin querer era traspasada a mi madre. Embarcada en el mismo navío y con el mismo rumbo, muchas veces se podía adivinar que el viaje no era de su agrado. 
Su mirada siempre puesta en el infinito del horizonte la solía cambiar por una mirada llena de vida y esperanza hacia su hijo Isaac.


*(si has entrado por primera vez y deseas saber la historia de Isaac, empieza por el primer fragmento "La primera piedra" y ves leyendo hasta este ultimo.)

*Ilustración: "The Lighthouse" "El faro" Daniel Merriam

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