Me lo pregunto sentado en mi barca. Llevo tanto tiempo
remando, luchando al mar, peleando contra el viento, la adversidad… apenas
recuerdo mi rostro, hace tiempo que no
me veo…
Cadenas de olas de eslabones irregulares llevo
afrontando. Encarando cada uno de ellos, escalando hasta vislumbrar el
siguiente y dirigir mi nave hacia él cogiendo impulso al descender por sus
lomos. No pienso, sigo mi instinto de supervivencia, adaptándome a cada
situación a cada ola que me enfrento. Me guio por la experiencia, por los
conocimientos adquiridos, por el perfeccionamiento de mi aprendizaje, de mi
navegación, de mis errores cometidos en mi viaje, por las situaciones vividas.
Todo ello resumido en un viaje, un viaje en busca de un sueño. Unas islas
llenas de tesoros, un lugar donde cobijar a los míos.
Mi firmeza es la convicción de los sueños, la proyección,
el perfeccionamiento de uno mismo a través de un viaje, siendo este un todo.
Siempre existe el miedo latente a morir, la mayoría
evitan exponerse, viajar hasta conocer tus límites, ver el riesgo de cerca y
contemplar tus vértigos al asomarte a él. Asomarte a un abismo de caída libre y
perecer en el silencio de un vago recuerdo que se difumina en la mente de
aquellos que te tuvieron presente. La crueldad del fracaso, el llanto, la pena,
la soledad, el silencio, el vacio. Un sentimiento que evoca la tristeza y el
dolor del alma. Un lugar sombrío en el fondo del mar donde podrías yacer
mientras tu alma se descompone en el olvido.
Cuando conoces eso adquieres conciencia, intentas medir
en su longitud el riesgo aun sabiendo que es imposible abarcarlo. Y cuando mas
intentas abarcar ese riesgo más temor te infunde, mas te empequeñece respecto a
la adversidad. Y quizás tus temores se conviertan en miedo. Aquel que te hace
dudar.
En la adversidad te conocerás.
Entonces pregúntate quien eres?
*Ilustración: Linnea Strid